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viernes, 29 de octubre de 2010

¡Abre siempre la puerta!



Amor, te bendecimos y te maldecimos cuando llegas y te vas. Se nos olvidan las costuras y los remiendos que hemos hecho con el tiempo a un corazón maltratado, rechazado, herido u humillado, cuando te apareces sin aviso y nos devuelves la alegría de sonreír y de sentirnos como niños.

Nos sentamos allí y te recibimos de nuevo, pero de repente, una lágrima empieza asomarse y otra sigue su paso a un inesperado dolor que proviene de un lugar que tiene muchos nombres: alma, corazón, sentimientos, interior, en fin… lo que conjuga todas las emociones y son destrozadas y regocijadas por ellas mismas… Sí, LAS EMOCIONES.

Sí, cuando llega es maravilloso, nos hace perder la noción del tiempo y siempre creemos que es el apropiado el que ha llegado. Una corazonada nos invita a aceptar las nuevas cartas que nos juega la vida, pero que queremos ignorar por no aceptar una verdad que puede doler, pero que está ahí y debe asumirse… sí… SE HA IDO, pero seguimos insistiendo, con esperanzas de poder revivir lo que fue y ya no es.

Nos sentimos derrotados y desesperanzados cuando vuelve a desaparecer; y nos cuestionamos tanto que creemos que el problema está en nosotros, pero nos olvidamos que el asunto ha sido de dos, y que el dilema es seguir o no seguir, insistir o no insistir: uno de los dos lo dejará claro… al alejarse, al enfriarse, al decirte con el silencio que no puede ser.

Y aunque prefieras que las palabras no hubiesen sido mudas, que el valor se hubiese asomado a la cara del otro que decidió alejarse y se sentara de frente con sus propias palabras como cuando decidió conquistarte, ten la certeza de que no valía la pena y que una excusa para desear estar persiguiendo algo que huirá porque ha decidido no ser cómplice.

Si te sientes identificada, te aseguro que aquel que sea, no temerá un enfrentamiento, te mirará a los ojos y se sentará a tu lado cuando haya malas y buenas noticias, compartirá contigo una buena y una mala decisión… no sólo mirará de frente para invitarte a jactarse de ti en todo el sentido… lo hará cuando sea necesario sin importar tus impulsos y los resultados.

Amor, cuando llega lo bendecimos porque nos ha devuelto algo que habíamos perdido. Cuando se va, lo maldecimos, porque ha dejado una nueva cicatriz en nuestro corazón, pero cuando llega y se queda, todas esas heridas son medallas al mérito, al valor, por abrir siempre la puerta a algo que nos ha hecho derramar tantas lágrimas, que nos ha hecho perder el control, pero que nos hace volver a ser niños, y el símbolo de la niñez radica en la sonrisa constante y en la franqueza ante cuestionamientos.



Un abrazo,



Adelaida Martínez, AMR

Periodista

viernes, 1 de octubre de 2010

EL AMOR: Dulce veneno!!!


Cuando el amor llega por primera vez a nuestras vidas, es una sensación de miedo que gusta, que complace, que nos hace sentir un cosquilleo en todas las emociones conjugadas en su máxima expresión, pero nadie… en ningún momento, nos dijo que dolería tanto.


El amor es lo más maravilloso que pueda ocurrir a todo ser humano, pero así de invaluable y glorioso, también puede ser un sentimiento que produzca mucho dolor en innumerables momentos… y por eso, aquellos que lo han experimentado se hacen más cuidadosos para cuando vuelva a presentarse.

Por esta razón y otras, nos encontramos en el tren de la vida con muchos viajeros esquivos y con una gran armadura, no quieren volver a ser heridos ni utilizados, y aguantan hasta donde puedan, hasta que vencidos por la soledad dejan que algo o alguien entre a sus vidas y la transforme, aunque persista el mismo miedo de volver a ser lastimados y defraudados.

Cuando conocemos algo que a simple vista nos agrada o la química invita, lo recibimos cuantas veces se presente, pero a medida que avanza el tiempo lo hacemos de una manera distinta: más alertas, más precavidos, porque las experiencias pasadas siempre dejan lecciones que aprendemos en el camino y que no queremos volver a revivir ni presenciar en nuestras vidas… si han sido muy intensas en nuestro perjuicio.

Sí… el amor puede ser tan dulce como el almíbar y a veces tan amargo como la hiel, ¿pero quién dijo sería fácil? Si en cada situación los síntomas suelen ser los mismos:

Tomo 1: La conquista, una etapa deliciosa que no quisiéramos que nunca acabase, pero que es transitoria una vez se avanza al siguiente paso.

Tomo 2: La seguridad, esa que damos a entender cuando ya establecemos un contacto más profundo y que hace que uno de los dos se acomode y descuide la relación.

Tomo 3: El aburrimiento, que llega con la rutina y el dejar de hacer aquello que nos enamoró.

Tomo 4: Otras opciones para desplazar el aburrimiento, que en su totalidad afectan y hacen que se haga presente el irrespeto, la distancia y el desinterés… hasta que acaba algo que nunca nos pareció que acabase: EL AMOR

Pero cuidado!, el amor no se ha acabado, se ha mudado de sitio, y la culpa no ha sido de uno, ha sido de dos, por permitir que todos los tomos o etapas siguieran su curso. En su momento nadie habló de lo que sentía y de lo que quería, quizás esa sea una razón de peso para que llegara hasta allí, hasta el lugar que nos hace pensar y reflexionar sobre la idea de lo que se debe hacer cuando llegue una próxima vez… no cometer los mismos errores…

El dolor fue intenso, dejó huellas y cicatrices, hasta que un día llegó otro destello de esperanza, pero tenemos tanto miedo de perder y de sentir aquello otra vez… que cometemos los mismos errores o peor aún, olvidamos la esencia de un camino que debe ser de dos y avanzamos en un camino lleno de piedras y de inseguridades:

Tomo 1: Asustamos al amor, porque creemos que asfixiando con llamadas, presencia y detalles, podemos comprar eso que es invaluable, un sentimiento verdadero que se construye con el tiempo, el respeto al espacio y la libertad en compañía.

Tomo 2: Vivimos con miedo, porque retrocedemos en el tiempo y creemos que puede ocurrir algo que nos hizo perder la fe, y no nos damos cuenta de que el pasado impide que disfrutemos el presente y lo que venga con ello.

Tomo 3: Aniquilamos el amor, porque hicimos de nuestros miedos e inseguridades, y ahuyentamos a alguien que quizás pudo ser especial y duradero, caminara a nuestro lado y nos ayudara a vencer los obstáculos que permanecían en nosotros mismos…

Y así vamos en el camino, hacemos un recorrido largo y miramos que nada puede ser lo que merecemos, porque nadie puede ser capaz de entregarse en la manera que tú lo harías y eso te duele y te hace pensar que en el amor, hay que tener mucho cuidado.

Sí! El amor vivido es como una pelea de boxeo: debes cuidarte en todo momento y evadir los golpes que puedan llegar a tus puntos vulnerables.

POR ESO RECUERDA, debes cuidarte en todo momento, para que un puñetazo no alcance ese órgano vital que mueve todas tus emociones: tu corazón, por eso déjalo entrar cuando ya tus cicatrices hayan curado y puedas hacer frente a tantas emociones y desdichas, te aseguro que algún día, llegará alguien que las borre definitivamente o que te haga olvidar que están allí, pero para eso, debes permitir que entre, sin prisas y sin miedo.


Un abrazo,


Adelaida Martínez R.