No soy muy dada a seguir el mundo de la farándula. Me enteré que el otro día se realizó el certamen Miss República Dominicana 2016, el cual ganó Sal García, una joven de Maimón de orígenes humildes.
El otro día me preguntaban que si la encontraba bonita y dije: no es fea, pero tengo que escucharla para ver qué hay en su cabeza.
Unos días después, en espera de que me resolvieran algo con el vehículo, me detuve a leer una entrevista elaborada en formato "preguntas y respuestas" que le hizo Diario Libre a García.
La misma fue titulada: "El bullying es acoso, y es violencia. Lo hacen por redes, pero afecta mucho", y dejaba ver cómo afecta emocionalmente la emisión de comentarios insanos y malintencionados de gente que solo sabe destacar lo que cree feo o negativo desde su punto de vista y quienes muy pocas veces construyen algo positivo cuando se trata de otro.
La crueldad puede llegar de muchas maneras, la peor es la que viene desde la ignorancia y de ese segmento que carece de cierto nivel de educación, porque no tendrá la capacidad de asimilar el daño que puede causar con unas simples palabras.
El acoso es una realidad y debemos pensar y tener claro que una herida física puede curarse con sutura o hielo en caso de que no sea fuerte, pero las del alma, requieren de un trabajo intenso con terapeutas cuando el afectado reconoce el problema y corre con la suerte de acudir a uno; en otros casos, cuando lo emocional es muy lastimado, se puede provocar hasta el suicidio en alguien.
Y estas son las cosas que desde la ignorancia se practica, y que lamentablemente en nuestro país abunda por el clasismo, complejo y el hecho de querer etiquetar la belleza por cánones que no son propios de la dominicanldad.
Inmediatamente una joven gana en estos tipos de concursos, empiezan a llover las críticas, sobre todo relativas a la "belleza física", ni siquiera reparan en ver cómo se manejó, qué preparación tiene, quién es, de dónde viene.
Lo peor es que el género femenino es el primer verdugo en estos temas: acaban con su misma especie sin piedad, en vez de sumar y apoyar, intentan hundir a una mujer que ha logrado una meta que ellas (las que critican) no pudieron alcanzar.
La belleza sin alma y sin sensibilidad no tiene sentido para una reina. Y para Sal admitir que ha llorado mucho por el bullying del que ha sido víctima, debe llamarnos a la reflexión: esta sociedad cada día es más inhumana y no repara en las consecuencias de lo que dice y cómo lo dice.
Los medios de comunicación están llamados a jugar un papel clave en edificar socialmente; orientar y educar, pero sobre todo en tratar con respeto a todos sin distinción.
Que un programa de TV haya permitido que se le llamara "pobre diablo" al padre de Sal, es inaudito e impensable, si así fue, Espectáculo Públicos que ejerza y sancione, porque hay gente millonaria a la que fácilmente le aplicaría el término desafortunado que utilizaron para hablar del padre de la joven. Ser pobre monetariamente no es un pecado; pero ser pobre de alma, principios y valores... Sí es ser "un pobre diablo".