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lunes, 19 de abril de 2010

Retro-vida


Los recuerdos que tengo de mi barrio, vienen a mi cabeza como un bombardeo de momentos que intento sean equilibrados, pero que la realidad los convierte en eso… en vivencias que te destrozan o te hacen más fuerte.

Recuerdo aquel joven caminar cabizbajo, teme dar la cara y encontrarse con el desafío de lo que puede ser un futuro incierto, porque no tiene quien le grite y le diga que él tiene el poder de construirlo, de cambiar algunas predicciones que fatalizan su existencia.

- Eres un bueno para nada, un vago, has venido a este mundo para que haya más gente…

Retumba en sus oídos las palabras de la gente que debía apoyarle, que debía orientarlo a construir una vida mejor que la de ellos, ¿pero qué dices desafortunado? Si ni siquiera ellos han podido tener una vida mejor, no tienen ni idea de lo bueno, de lo correcto; ¿pero qué vuelves a decir desafortunado? Si relatividad está presente en la belleza, también lo está en lo que se cree correcto y bueno.

Aquel joven, el desafortunado, un día decidió tomar el camino más fácil, el de no luchar por entender que existen influencias dañinas, que hay caminos que te conducen fácilmente hacia un laberinto del que difícilmente puedas salir. Decidió cerrar sus oídos a la madre, al padre, a sus hermanas, a sus abuelos y se concentró en dejar que las cosas fluyeran sin importar las consecuencias. Eligió el camino de los vicios.

El tiempo pasaba, de niña era yo muy callada, pero observaba todo a mi alrededor y en silencio veía como muchos jóvenes, amigos, conocidos y otros a los que tenías que guardarle el respeto para que no te hicieran daño, se perdían en su propio mundo y llegaban incluso a dañar a los suyos… a destruir su propia existencia. Allí crecí, presenciando peleas continuas, hasta siete en un día; atracos, robos, violaciones… era un caos vivir allí, y aunque muchos dicen que te acostumbras, si algún día pruebas algo distinto a todo aquello, luego es difícil tolerarlo.

El desafortunado se hizo hombre, su primera casa era una esquina del barrio, aquella en donde se reunía con los demás jóvenes que tanto se le parecían y que al momento de verlos, en sus ojos podías ver un futuro lleno de complejos, de conformismo y de resignación.

La vida y todo lo que consumían les había matado la sensibilidad hasta hacia sus seres queridos. Nunca olvidaré aquel día, era domingo, como siempre había mucho ruido, equipos de música a todo volumen, con distintos géneros (bachatas, reggaetones, rap, salsa y merengue en su mínima expresión). La esquina estaba repleta, como cada fin de semana… el primer pleito: el del desafortunado con su mejor amigo, todos corrían a presenciar el espectáculo, era un evento normal.
Tenía apenas 13 ó 14 años, salí de casa y me asomé a la esquina, escuché los gritos…

- Noooooo a mi hijo no - era ella, mi vecina, gritaba desesperada con un dolor de madre que la desgarraba, segundos después miré hacia donde sus ojos veían, en el suelo con la cabeza ensangrentada yacía el desafortunado, su hijo.. aquel joven que se había resignado y que dejaba que las cosas no le atormentaran de manera equivocada.

Al final, su mejor amigo acabó con su vida, me enteré por mi madre, que se habían peleado y que el desafortunado había ido a buscar una arma blanca a su casa, pero el alcohol, entre otras cosas, que había ingerido, no le permitían matar ni una mosca y su oponente, libre después de ser condenado a 20 años, tomó una gran roca aprovechando que estaba en el suelo, y la lanzó contra su rostro… todos gritaron, pero nadie hizo nada por detenerlo… o quizás no hubo tiempo.

Allí crecí, con miedo a ser parte toda mi vida de aquello, que hoy forma parte de lo que soy y me dice claramente, que somos: como cita Mandela en sus momentos difíciles, “capitanes de nuestra alma y dueños de nuestro destino”.

Salir no es fácil, pero quedarse es peor. Resulta cómodo decir, no tengo apoyo, pero se valora más cuando por ti mismo vas hacia un objetivo y logras alzarlo, te aseguro que puedes ser el paradigma de muchos que han crecido en lugares de poca fortuna, pero con grandes oportunidades…solo hay que saber aprovecharlas y tener voluntad propia.

Un abrazo!!!


AMR

miércoles, 14 de abril de 2010

Sin miedo!!!!


Admiro a la gente que se enfrenta a la vida sin miedo a correr riesgos de decir las cosas como son. En muy alta consideración tengo a aquellos que no se plantean lo qué pasaría si se expresaran de tal forma, porque entienden que lo natural y espontáneo es lo que refleja realmente tu manera de ver las cosas… sin que otros puedan apelar a una razón que debe ser respetada.

Andar sin miedos, es asumir la verdadera libertad de movernos, de correr, de gritar, de equivocarnos, de aceptar errores, de callar cuando es necesario, de entender que otros fallan, de ser flexibles, de no hacernos un mundo propio y olvidarnos… que la decisión del otro también es importante.

Cuántas veces, por no detenernos a mirar que la realidad que deseamos generalmente se concreta con dos decisiones, nos hemos quebrado la ilusión propia, y averiamos la cerradura de la puerta por donde deben dársele cabida a la oportunidad y la confianza, que nos hace creer nuevamente en algo que se construye… pero que sabiamente asumimos como un regalo que puede ser breve, duradero o eterno, pero que disfrutamos.

Dejemos a un lado nuestros miedos, que en definitiva no se pierden, pero si se controlan y se olvidan momentáneamente.

Si persistes en dudar de ti mismo, la posibilidad de fracasar en cualquier terreno estará muy cerca, porque el mundo es de aquellos que entienden que la seguridad, la confianza, la lealtad y la gratitud es lo que nos hace ser diferentes de los que no creen ni en ellos mismos.

Un abrazo...

AMR

martes, 13 de abril de 2010

OH VIDA!!!!


Oh vida, que bueno es vivirte, recorrer las divinas experiencias que me ofreces a cada paso: Buenas, locas, malas, tristes, alegres, lujuriosas, arrebatadoras, y que indudablemente me hacen entender que existo, que respiro, que puedo hacer lo que guste siempre y cuando esté consciente de mis actos.

Me concedo el permiso de vez en cuando, sobre todo en los momentos buenos, de dejar salir mi “yo” auténtico: sano, alegre, divertido y SIN MIEDO, pero lo ideal sería que desaparezca lo momentáneo y se quede lo que vaya en pos del hecho de ser lo que somos, seres capaces de querer, de amar, de perdonar, de olvidar y de quedarnos con lo bueno.

Asumir los momentos como únicos e irrepetibles, nos permite disfrutar y evadir la rutina… el hecho de hacer lo mismo todos los días mata hasta el sentimiento más vivo. Por eso recurro a las maestras y maestros que en el día a día con sus anécdotas de glorias y derrotas me muestran espejos que me dejan ver lo que une y desata.

Doy la bienvenida a lo sutil, sublime, loco y enemigo de la razón… enemigo que puede llevarnos a escalar montañas que para nuestros ojos algún día parecieron imposibles de alcanzar, pero que nos empuja, por breve, fuerte, débil o moderado, a ser grandes y olvidarnos de las pequeñeces… a entender que cada momento puede ser arrebatado o desperdiciado y debemos apreciarlo.

Oh vida, que bueno es disfrutarte, beber de las aguas de tus aventuras, mágicas, traviesas e irrepetibles, que se quedan en nuestro álbum de recuerdos, memorias que compartimos y revivimos en fragmentos, pero que algún día formaron parte de los retazos de momentos felices o desdichados, que nos hicieron aun más fuerte… más sabios..

Oh vida, que bueno es saberse VIVO y poder continuar dándole la bienvenida a rostros nuevos, conocidos, hermanos, amigos, amantes,…que nos haga sentir VIVOS.


Un abrazo


AMR