Un joven iba muy aprisa porque iba tarde a un seminario, sorpresa se llevó cuando llegó a la sala y la recepcionista que lo atendió lo condujo a un salón pequeño con solo dos sillas: una tenía un letrero con la frase “GRATITUD” y la otra decía “LEALTAD”.
El joven miró extrañado a la señorita, quien sonriente le sugirió que tomara una decisión al respecto. Él le pregunto si debía sentarse y esperar a alguien o si era algún juego antes de entrar al seminario.
Ella sonrió y le dijo - Todos los que participen en el encuentro de hoy deben elegir uno de esos valores y pasar al siguiente salón, la decisión es suya. El joven la miró, sonrió y se acercó a los asientos, los pegó bien y extendió las piernas abarcando las dos sillas.
-Uno no vive sin el otro – le respondió, y de inmediato la joven sacó uno de dos sobres que estaba oculto en un rincón y sacó un sticker que tenía cinco estrellas y procedió a pegarlo en su camisa y colocarle su nombre.
- Usted ha sido el único que ha ganado cinco estrellas
Hoy toca hablar sobre gratitud y lealtad. Mezclo estos dos valores, porque el uno no puede andar sin el otro, son hermanos siameses y conservan la esencia del reconocimiento sobre algo que otro hace en determinado momento a tu favor, acción que los agradecidos nunca olvidan y que la retribuyen siendo leales y respetuosos en todo momento.
Y aunque algunos critiquen el hecho de que estés en un lugar en el que se hagan presente situaciones incómodas y absurdas, si eres leal hablarás y dirás lo que tienes que decir en el momento preciso y a quien lo tenga que oír, porque el agradecido y leal no se jacta ni alardea de privilegios si los tiene, conserva en cambio, un carácter fundamental a la hora de justificar porque da más de lo normal, pues la respuesta es sencilla:
Cuando eres leal, trabajas por una causa en la que crees y te unes a alguien en quien crees sin importar las vicisitudes que puedan hacerte reclamar en algún momento de aprietos, pero que nunca te harán claudicar ante presiones e incluso humillaciones, porque defenderás lo que crees aunque tengas que armarte de valor y elevar el tono ante la incomprensión.
Te aseguro que el gozo es más grande para el que tiene la dicha de ayudar a alguien en determinado momento, sobre todo en uno difícil… claro, si la ayuda es con buena intención y desinteresada.
Y aunque ser leal implique a veces tener que declinar a otras cosas, creo que la vida te retribuye los valores positivos que cultivas, y entre ser traidor, manipulador y desagradecido, prefiera usted mil veces sentarse en la silla que cimenta el ser agradecido, que de hecho, conduce a ser leal, ambas condiciones son tomadas en cuenta por cualquier líder y fortalecen la imagen ante los demás de quien las predica.
Adelaida Martínez R.