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lunes, 25 de junio de 2012

Los principios y valores en casa te salvan 

Al recordar historias vividas en mi barrio de origen, vienen a mi mente aquella niña que lloraba una tarde por miedo a una posible golpiza de sus padres porque había perdido la llave de un candado. Con esto aprendí que criar bajo el respeto es muy distinto a hacerlo impulsando el temor que convierte a quien lo sufre en un ser carente de personalidad y lleno de complejos… porque tuvo la desdicha de crecer bajo la cobija de unos seres sin formación escolar necesaria para orientar y tratar adecuadamente a sus descendientes.

Se asoma también a mi mente aquella vecina que temblaba de tan solo pensar que su exmarido estaba cerca; ella enmudecía cuando él la visitaba porque ya se había dejado forzosamente, pero él seguía creyendo que ella y su voluntad le pertenecía. Era notable que el maltrato físico y psicológico al que fue sometida dejó marcas y el agresor persistía en construir otras nuevas.  

También recuerdo aquel callejón que daba al lado de mi casa: gritos de ayuda, humo de sustancias ilícitas que se colaban por la ventana… todo sumado a actos violentos protagonizados por jóvenes que crecieron en “el barrio” y optaron por el camino erróneo: el de la delincuencia.    

Me pregunto a veces: ¿cómo sobreviví a todo esto? Violencia, miedo de andar por las calles en las horas peligrosas, conviviendo con aquellos que hacían cosas que eran inexplicables para mí e injustas para la conciencia humana con criterio.

Salir a la superficie y escapar de todo aquello puede ser difícil, pero se puede cuando en casa prevalece cultivar los principios  y valores en los que van creciendo; que sepan que esos espejos quebrados no son los que se deben imitar, sino por el contrario.

Educarse es un privilegio y esencial para salir de todo aquello siempre y cuando se tenga la convicción y el deseo de formar parte de lo sano aunque cueste sacrificio, que al final suele valorarse más.

Que mamá y papá sean un ejemplo es importante; que te indiquen lo que está bien y mal es un tesoro, porque así vas construyendo una conciencia de las cosas correctas e incorrectas y las  consecuencias de asumir determinadas decisiones.

Que mamá y papá te hayan pegado, quizás en aquel momento no te haya gustado, pero en un futuro entenderás, que fue para edificarte como ser humano; que fue para que no fueras la vecina maltratada que vive con miedo ni el marido abusivo carente de una correcta formación.

Que todo lo hicieron para que no formaras parte de la pandilla del barrio y hacerte entender… que los principios y valores inculcados en casa… te salvan.
Un abrazo,

AMR

viernes, 8 de junio de 2012

Un poco perdida, pero aquí estoy... He abandonado por un espacio largo lo que amo: escribir sobre cosas que puedan ayudar.

A veces el norte se pierde por diversas razones, hasta que algo inesperado te despierta y te muestra de nuevo el camino y te dice: "Hey, despierta... hay que centrarse".

Una se pierde de cosas sencillas, pero importantes. La prisa y la vida medalaganaria tienen la culpa, pero esas cosas están porque le permitimos entrar... le damos permiso.

Los sueños están ahí, puedes tomar la decisión de dejar que sean solo eso... sueños, o convertirlos en realidad para que le agregues a tu paso por este mundo esa sensación de plenitud cuando logras una meta.

Hay tanto que aprender; tanto que valorar y apreciar, pero nosotros mismos nos condenamos a ese trajinar cotidiano que nos arrincona a vivir monótonamente... No debemos permitirlo, ojalá despertemos antes de que los años pasen y no hayamos dejado de hacer aquello que visualizamos, y que por un instante, nos provocó una sonrisa al sentirlo real. 

Tienes el poder de construir tu camino.  No permitas que la monotonía y el sistema del tradicionalismo lo impidan. 

La vida es tan simple y la hacemos tan complicada, que nos olvidamos de que solo debemos vivir para nosotros mismos, y así alegrarle la existencia a los demás...

Nos estaremos leyendo...

Un abrazo

AMR