Al recordar
historias vividas en mi barrio de origen, vienen a mi mente aquella niña que
lloraba una tarde por miedo a una posible golpiza de sus padres porque había
perdido la llave de un candado. Con esto aprendí que criar bajo el respeto es
muy distinto a hacerlo impulsando el temor que convierte a quien lo sufre en un
ser carente de personalidad y lleno de complejos… porque tuvo la desdicha de
crecer bajo la cobija de unos seres sin formación escolar necesaria para
orientar y tratar adecuadamente a sus descendientes.
Se asoma también
a mi mente aquella vecina que temblaba de tan solo pensar que su exmarido estaba
cerca; ella enmudecía cuando él la visitaba porque ya se había dejado
forzosamente, pero él seguía creyendo que ella y su voluntad le pertenecía. Era
notable que el maltrato físico y psicológico al que fue sometida dejó marcas y el
agresor persistía en construir otras nuevas.
También recuerdo
aquel callejón que daba al lado de mi casa: gritos de ayuda, humo de sustancias
ilícitas que se colaban por la ventana… todo sumado a actos violentos
protagonizados por jóvenes que crecieron en “el barrio” y optaron por el camino
erróneo: el de la delincuencia.
Me pregunto a
veces: ¿cómo sobreviví a todo esto? Violencia, miedo de andar por las calles en
las horas peligrosas, conviviendo con aquellos que hacían cosas que eran
inexplicables para mí e injustas para la conciencia humana con criterio.
Salir a la
superficie y escapar de todo aquello puede ser difícil, pero se puede cuando en
casa prevalece cultivar los principios y
valores en los que van creciendo; que sepan que esos espejos quebrados no son
los que se deben imitar, sino por el contrario.
Educarse es un
privilegio y esencial para salir de todo aquello siempre y cuando se tenga la
convicción y el deseo de formar parte de lo sano aunque cueste sacrificio, que
al final suele valorarse más.
Que mamá y papá
sean un ejemplo es importante; que te indiquen lo que está bien y mal es un
tesoro, porque así vas construyendo una conciencia de las cosas correctas e
incorrectas y las consecuencias de
asumir determinadas decisiones.
Que mamá y papá
te hayan pegado, quizás en aquel momento no te haya gustado, pero en un futuro
entenderás, que fue para edificarte como ser humano; que fue para que no fueras
la vecina maltratada que vive con miedo ni el marido abusivo carente de una
correcta formación.
Que todo lo
hicieron para que no formaras parte de la pandilla del barrio y hacerte
entender… que los principios y valores inculcados en casa… te salvan.
Un abrazo,
AMR