Hagamos un
ejercicio, empecemos de cero. No con una pareja o una expareja… y mucho menos
con un nuevo amor.
Hagamos un
ejercicio, reiniciemos el sistema de nuestras vidas, y empecemos de cero con
nosotros mismos, veamos qué estuvo mal en el camino, de qué nos perdimos, qué
elegimos, a quién herimos y qué debemos hacer para remediarlo.
Hagamos
algo aún mucho mejor que quejarnos, descubramos lo feliz que se siente andar
sin caretas, sin lastimar a segundos y terceros, y con la firme convicción de
que se debe pensar en uno mismo antes que en otros.
Hagamos que
las cosas sucedan, sobre todo esas que deseamos, sin forzarlas claro, porque ya
no sería real… sería algo que la rutina obligada sentó a tu lado sin deseos y
eso… eso no sabe a nada.
ADELAIDA
MARTÍNEZ R.
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