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sábado, 6 de junio de 2015

Entrar hasta donde te lo permitan



Las decisiones que tomamos en la vida son nuestras, no de nadie. Es cierto que estamos expuestos a las influencias, pero también a los miedos derivados de nuestras necesidades y vacíos, elementos muy peligrosos que hacen que a nuestras vidas entren personas inconclusas que siempre nos llenan de incertidumbre y cierta inseguridad, y eso, sin que lo queramos, se vuelve un reto absurdo: querer cambiar algo que siempre ha sido lo que es. 

Pero el límite es el tiempo, y este deberá decirte a qué  te expones, qué arriesgas y si estás dispuesto a asumir el rol que otro defina, dejando de lado lo que realmente importa: el bienestar de los protagonistas de determinada relación, no sólo de uno, sino de ambos.  

Cuando en un determinado tiempo solo ha importado lo que uno de ambos piensa y establece, hay que tener cuidado, porque te están anulando. La estrategia es armar planes que nunca se cumplen, hacerte creer que todo va bien hasta la divinidad se interpone y te ´jamaquea´, haciendo que despiertes y aceptes en una sumatoria, el total de las señales del comportamiento del otro, y al fin analizas que algo anda mal, y ese algo eres tú, porque todo lo que llega en la vida, es hasta donde lo permitas. 

Ver la verdad de algo que nunca se ha querido asimilar, puede destrozar en el momento, y es entendible, porque todo descubrimiento necesita ser depurado, analizado y sumergido en un proceso de reflexión que debe calmar tu interior después de la tormenta interna que has tenido, consecuencia de una situación inesperada que te obligó a abrir los ojos. 

La realidad nos invita a cada instante a no engañarnos, nos coloca pistas y alertas para que nuestras almas no se rompan, porque recomponerlas cuesta mucho y su sanación dura casi una eternidad. 

La clave es el tiempo y las reglas, pero sobre todo el respeto, si nada de esto se cumple, uno de ambos estará condenado a padecer un torbellino de pasiones y emociones que le harán vivir en la angustia y perderá muchos años de su vida, creyendo lo ilógico: que la transparencia y la honestidad al 100% era lo que valoraba y por eso se quedó, hasta que... la vida se conduele y hace que el santo se caiga del altar. 

Es aquí donde entonces, empiezas a aprender que lo real en principio es entrar hasta donde te lo permitan, pero a medida que pasa el tiempo, no puedes nunca permitir que esto siga igual, porque la inteligencia indicará que eres víctima de una estrategia vil que te condenará a esperar lo que nunca ha de llegar. 

La vida está llena de derechos en todos los ámbitos: a la justicia, a la salud,, a la educación, pero sobre todo, a la verdad, y aquí es donde se mide la grandeza de cada ser humano. 

AMR
De vuelta