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miércoles, 26 de marzo de 2008

7 pesos...


Ayer tuve un día no muy agradable, uno de esos tantos en que las hormonas femeninas te hacen sentir irritada o deprimida. Ni siquiera tenía ganas de trabajar, pero debía cumplir con mis deberes laborales.


Gracias a Dios no había muchas actividades y las dos que tenía que cubrir serían en el mismo local. Salí a las 7 de la noche a cubrir mis servicios indeseados en ese momento.


Estaba allí como con el alma recien sacada de mis entrañas. Terminamos como a las nueve de la noche y de retorno al canal una escena me laceró el alma. Un niño aproximadamente de 9 años estaba sentado en un muro que divide una gran avenida en dos vías, sus pies estaban colgando en el espacio donde trasitan los vehículos.


- Cómpreme algo por favor - pidió el niño moreno sobresaltado porque el sueño y el cansancio se habían adueñado de su cuerpecito y nuestras voces lo habían despertado.


Dos paquetes de naranjas reposaban sobre sus brazos que al parecer no había podido vender. Mi intensión fue comprarselos, pero al revisar mi monedero solo tenía 7 pesos, porque no andaba con efectivo, los saqué y se los di con dolor, porque hubiese querido hacer más por él.


- Gracias - dijo timidamente cuando la luz verde del semáforo nos impidió seguir presenciando aquella escena que me hacía sentir miserable por haberme quejado previamente de mi vida y del tanto trabajo que me agota.


El mundo se encarga de darnos lecciones a cada instante, pero ?a caso asumimos la enseñanza?. En momentos como ese, me recrimino tantas cosas y se las reclamo a aquellos que suelen valorar tan poco lo que tienen en la vida, que quizas para ellos resulte poco, pero que muchos desearían tener.


Las etapas de la vida: niñez, adolescencia, adultez y vejez, no siempre suelen seguir su curso en algunos seres humanos de manera natural. Algunos no tienen el privilegio de vivirla en su justa medida.


Este niño, al que sólo pude darle 7 pesos, estaba perdiendose de la etapa más hermosa, la de la inocencia.


En ese instante no quise tener 7 pesos, quise tener 7 millones y recojer a todos los niños en su condición. A lo mejor muchos dirán: son solo palabras en reacción a una escena conmovedora, pero no es así... les aseguro que no lo es.


A los niños de la calle, no sólo le acompaña un arduo trabajo bajo un sol imponente y la fria y oscura noche que viene acompañada de seres con el alma envenada que pueden dañarles.


La etapa de la niñez, no debe ser interrumpida... hagamos algo al respecto.



AMR

1 comentario:

Ramielys Mejía dijo...

Waoh... se me llenaron los ojos de lagrimas... esos casoos los vemos a diario.. y que me dice de aquellos chiquitos que de 4 0 5 y no alcanzan el vidrio de alante para limpiarlo... eso parte el alma.

Pobre niños de la calle... yo estoy de acuerdo es cuetion de comenzar por mi mismo a hacer un cambio!