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domingo, 26 de septiembre de 2010

Volver a ser niños!!!


Cuando nos hacemos adultos, nuestra conducta y nuestra forma de conducirnos por la vida cambia totalmente, los juegos de inocentes y traviesos pasan a ser peligrosos y con consecuencias que nos llevan a pensar más al hacer determinadas cosas y elegir con quiénes hacerlas.

De niños, acostumbramos a decir las cosas tal y como la sentimos, si alguien nos pregunta si un vestido nos queda lindo, no vacilamos en decir la verdad, pero de adultos, aprendemos a “acomodar las palabras” para no herir, para no arrugar un poco el corazón del otro, o sencillamente porque ya no tenemos el coraje de decir lo que pensamos.

Por eso, muchas veces, entiendo a los que prefieren preguntarle a los niños sobre alguna cuestión de la que dudan, porque los adultos, nos volvemos tan amables y diplomáticos que pecamos de hipócritas y construimos un mundo en el que pasan a habitar la superficialidad, el deseo de reconocimiento y de aprobación y el aniquilable hecho de complacer a los demás, hasta el punto de olvidar poner en primer orden lo que nos importa a nosotros.

Un niño puede abrazarte de repente y darte un beso porque así lo ha sentido, puede decirte “hola” con un entusiasmo que ya habías olvidado… y eso sorprendentemente alegraría tu día… porque ha sido un saludo sincero, espontáneo, lleno de seguridad y sin buscar nada a cambio… sólo una simple satisfacción y una sonrisa como respuesta.

Los adultos, perdemos la capacidad de ser espontáneos, nos volvemos más desconfiados, más aburridos y lo peor es que terminamos limitándonos por tratar de aplicar estrategias que amigas o amigos nos enseñan para poder ganar en algo que deseamos y que terminamos espantando o dejando ir, por tratar de ser o parecer “fuertes”.

No hay nada mejor que ser libres hasta de pensamiento. Las estrategias adultas para conquistar el corazón o el afecto de otro han perdido el espíritu de la espontaneidad, de la integridad y la magia de poder decir las cosas en el momento en el que quieran salir… tan natural… como el hecho de comer cuando tenemos hambre… volver a ser niños hasta para amar, es la mejor manera de vivir sin limitaciones y sin miedo a ser sinceros y afectivos.
Un abrazo,
Adelaida Martínez R.
Periodista

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