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lunes, 29 de diciembre de 2008

¡Basta ya!



Fui a su casa sin esperar encontrarle, los planes eran dejar por debajo de la puerta algo que le escribí, en donde decía lo que sentía tras un largo tiempo de silencio de su parte por un mal entendido.

¡La sorpresa!, la puerta estaba abierta, allí estaba… casi me da un infarto, pero me armé de valor y entré muy normal saludando a voces. Le acompañaban sus asistentes a quienes les encomendaba algo de trabajo en el momento.

Me invitó a sentarme y esperé solo un rato para entregarle las palabras que dejaban ver lo que soy realmente: un ser débil ante el amor.

Debía decir lo que sentía, porque si no lo hacía llevaría a cuesta todo aquello que quise decir y que no me atreví. Por lo menos lo escribí, él lo leería en la tranquilidad de su habitación sin tratar de callarme cuando generalmente trato de reclamar lo justo frente a frente de manera verbal: ATENCION y RESPETO.

Aun espero la respuesta, allí perdoné y pedí ser perdonada. Asumí el rol que quise tomar y los papeles que quiero desempeñar en su vida. La decisión deberá tomarla y será respetada.

El hecho de verle inesperadamente y dejarle saber las cosas que pienso, me ha liberado de lo que me oprimía. Después de aquel episodio, cuando vuelve la melancolía ante la soledad, su ausencia y su silencio, me digo a mi misma: ¡Basta Ya!..., cuando sientes que hiciste lo que debías hacer, hay que dejar que el tiempo coloque todo en su lugar, es la mejor medicina.

1 comentario:

Ramielys Mejía dijo...

El tiempo sana heridas... busca lo que debe buscar y une lo que esta des unido...

Vamos a darle, tiempo al tiempo...